Empezaré por la ponencia más reveladora y motivadora (frente a la más técnica de Ignacio y la más realista de Eloy, de las que os hablaré más adelante), la de Gabriel Barbeta i Sola, Arquitecto y Profesor Titular del Dpto. de Arquitectura e Ingeniería de la Universidad de Girona.
Reveladora sobre todo para aquellos que pensábamos poco en la tierra como material constructivo, y motivadora para los que creemos que la arquitectura puede y debe aportar sus mejores herramientas para luchar contra la desigualdad social y la degradación a la que el hombre está sometiendo al planeta. Al planeta Tierra. “Pensar globar, actual local” fue el punto de partida de su discurso.
En una línea muy activista y concienciada, Gabriel nos habló de su experiencia con la tierra y de sus múltiples propiedades como material constructivo.
Para empezar, la tierra es un material democrático, social, al alcance de todo el mundo; autóctono, que no requiere transporte y, que por tanto, minimiza las emisiones de CO2; es además es un material reciclable y biodegradable, que se integra fácilmente en el entorno; proporciona obras duraderas, conservándose construcciones de varios siglos de antigüedad; tiene gran inercia térmica; es dúctil, con buenas propiedades acústicas y frente al fuego; es un material inerte que no se pudre ni es susceptible de recibir ataques de insectos, lo que lo convierte en un material sano; es transpirable, evitando las condensaciones en el interior; y además fomenta la autoconstrucción, invitando a cada individuo a implicarse en su vivienda en los países del norte, y permitiendo el desarrollo en los países del sur.
Para terminar de convencer a los más escépticos, no resulta un material especialmente caro. Se habló de 1€/pieza, aproximadamente 360€/m3. Teniendo en cuenta que se ahorran aislamientos, revestimientos e impermeabilizaciones, el precio es muy competitivo. Mucho más aún si tenemos en cuenta el ciclo vital del material, dado que es reutilizable y no requiere apenas manipulación para recuperar su estado original.
Como principales desventajas, la escasa protección frente a la humedad y la retracción. Ninguna de ellas es sin embargo un obstáculo. La primera puede solventarse con un diseño adecuado, proporcionando al muro espesor sufuciente como para que, efectivamente absorba humedad, pero ésta no pueda llegar al interior. En cuanto a la segunda, a partir de ensayos en laboratorio, se observan mejoras sustanciales en el comportamiento frente a la retracción con el empleo de cales, cementos, paja podrida, cenizas fibra de coco e incluso fibra de castaño. La idea es tomar la tierra de un entorno próximo, analizar sus propiedades y solventar sus deficiencias añadiendo estabilizadores naturales y también locales, persiguiendo siempre el bajo costo y el bajo impacto ambiental.
Gracias a la combinación con otros materiales también ecológicos, se han conseguido desarrollar elementos elaborados con tierra de gran capacidad portante, como bovedillas de tierra de grandes dimensiones armadas con bambú.
Otro ejemplo de las posibilidades de la tierra combinada con bambú, es la proyección de tierra sobre estructura de bambú, ensayada con motivo de la Exposición de Zaragoza.
Para finalizar, os dejo una frase de Gabriel que resume muy bien la línea argumental de su discurso:
La arquitectura no es del arquitecto, es de la Humanidad. En la Escuela de Arquitectura dan valores banales cuando la arquitectura puede constituir un medio de integrarse con el Universo. Ello es posible cuando el arquitecto desaparece y se convierte en un canal integrador.
Extracto de Fop Estudio
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